Reportaje| Por Marta Martínez
El auge de las nuevas tecnologías en los tiempos que corren, destacado por el, casi obsesivo, uso de Internet y la proliferación de dispositivos móviles, han llevado a un cambio trascendente en el consumo audiovisual disolviendo incluso las fronteras tradicionales existentes entre los medios de comunicación, haciendo confluir, de esa manera, no solo los considerados medios clásicos como televisión, radio y prensa, sino también las recientes formas comunicativas de la Red que se ponen a nuestra disposición en el ciberespacio.
Los tiempos han cambiado y por ello que la definición del servicio público exclusivamente como radio-televisión se encuentre prácticamente obsoleta, pues actualmente el escenario informativo y audiovisual ha tenido que adaptarse a intensas corrientes evolutivas tanto tecnológicas como de hábitos de consumo en la sociedad, estableciendo un horizonte digital en el que los entes de comunicación públicos deben cumplir un papel impulsor para el acceso de todos los ciudadanos a la Sociedad de la Información, a través de la televisión digital, Internet y los servicios on-line
Así las múltiples oportunidades y dinamismo otorgadas por esta nueva era digital en la que nos encontramos sumidos, hacen que se cuestione el verdadero papel de los medios públicos más allá de la programación o información que éstos ofrecen, centrándonos en esa labor de servicio social, en que se debate si la conocida como radio-televisión pública, ahora ya digital, debe contribuir a crear un espacio, o conglomerado, en el que puedan converger todos los servicios y contenidos generados con dinero público, desde el sistema educativo y universitario hasta el sistema de patrimonio o la propia administración on-line. Esto alimentaría el llamado digital commons, y conformaría a los medios de comunicación como un ente de servicio público que abarcaría a todos los demás que cubren las necesidades reclamadas por el ciudadano. Pero, ¿actualmente donde se encuentra el proceso de esta supuesta digitalización de medios?
El modelo audiovisual de la Unión Europea
La natural expansión de los operadores públicos hacia Internet para la adaptación a ese nuevo ambiente técnico ha provocado tensiones con los medios privados, los cuales argumentan desde hace tiempo una supuesta “competencia desleal” por parte de las entidades informativas sustentadas por el Estado. Ante esta situación, la tendencia en Europa, de acuerdo con el modelo dual determinado por la Unión Europea, es la de aceptar una expansión digital de la (antigua) radiotelevisión pública, objetando que es necesaria para la mejora de calidad del sistema, aunque no deja de tener ciertas limitaciones- como es el caso de Alemania que permite inscribirse a la oferta de canales públicos pero tan solo durante una semana.
Así, el modelo de la UE se tambalea con la masiva digitalización desde hace algunos años hasta ahora, buscando una coexistencia de los medios comerciales o privados y de aquellos estatales o regionales, intentando garantizar el pluralismo, así como los contenidos de calidad, el servicio social y el derecho a la información. Sin embargo, la globalización, así como la crisis europea tanto económica como política tienden siempre a inclinar la balanza hacia el lado productivo y empresarial , favoreciendo a las empresas privadas que consiguen, sin mucho esfuerzo, sepultar a las públicas.
A pesar de todo, los medios de comunicación públicos aparecen como actores resistentes, ante el terreno ganado por las grandes empresas globales, e internacionales incluso, afrontado el reto de modernización de forma lenta, continuista e indiscutible, como es el caso de TVE en España, consiguiendo mantenerse con esfuerzo en esa sostenibilidad mercantil que tan fuerte les azota desde hace algunos años.
Un nuevo rumbo
Las tecnologías han constituido, principalmente, un conjunto de herramientas para interacción, construyendo un entorno de producción y reproducción, permitiendo a la sociedad expresar sus ideas. Esto es algo en lo que los medios tanto públicos como privados han sido partícipes, pues considerándolos principales constructores de la realidad social de nuestros días, no han tenido más remedio que admitir los nuevos cambios y administrar de la mejor forma posible el nuevo desarrollo al que la sociedad (creada, en cierta forma por ellos) les ha sometido.
Así bien, los nuevos medios online no han tardado en surgir, apareciendo el periodismo ciudadano, figuras como el Comunity manager, llevando a una crisis del periodismo y a un determinismo tecnológico al que no se puede hacer frente desde las empresas más humildes de comunicación ahogadas por la crisis económica no solo española sino europea, e incluso mundial.
Sin embargo, las múltiples oportunidades que ofrece internet y las nuevas tecnologías, llevan a los medios a soportar de cualquier forma, y sin importar las consecuencias, la digitalización de sus informaciones y contenidos respondiendo así a la demanda de los ciudadanos, en su mayoría nativos tecnológicos, a los que la variedad de contenidos, horarios de visualización de la información y aplicaciones de interacción, les han conquistado, pues ¿quién no desea un medio casi » a la carta»? Eso es lo que Internet ofrece a sus usuarios, los cuales pueden acceder en un instante a todos los medios, incluso los surgidos recientemente, a través de la plataforma en la que de una manera u otra todos convergen.
La tecnología determina la historia, causa transformaciones sociales, condiciona y moldea conductas, costumbres, creencias y la sociedad tiene que aceptarlas como un mandato dogmático que no puede estar en discusión. Ésta, funciona de manera autónoma, independiente y sin la intervención humana, pues la sociedad se ve condicionada por los artefactos que adopta y nunca influye o decide sobre estos, en cuanto a su construcción, diseño, desarrollo y beneficio.
En definitiva, la migración digital impone nuevas demandas a los medios de comunicación en general, y los de servicio público en particular, en las que unos ciudadanos más “adultos y estudiados” audiovisualmente solicitan una mayor calidad informativa y de ocio, además de un servicio al ciudadano propio de todos los entes y ámbitos públicos; cambios que hacen que el ajuste deba ser cuanto menos rápido haciendo que estos medios de comunicación públicos, se vean determinados y condicionados por las nuevas tecnologías, las cuales determinan el modelo social a seguir, condicionando un determinado futuro para la información y los entes que la llevan a cabo.