Ver, oír, y pensar

Opinión | Por Andrea Arroyo

La manipulación de la información es un tema del que se viene hablando desde hace muchos años. Si bien es verdad que no tengo experiencia profesional en algún medio, y por tanto, no puedo dar mi opinión desde ese punto de vista, si que lo puedo hacer desde la mirada de una ciudadana, espectadora y estudiante de periodismo. Constantemente vemos ejemplos de manipulación, tanto textual como visual.

Es curioso contrastar una noticia en diversos canales o periódicos y observar cómo cambia la versión. Intentan informarnos en beneficio de los intereses de unos pocos en detrimento de la información veraz. El hecho es el mismo, sí, pero lo que cambia son los detalles, los matices con los que nos adornan el suceso. Pero, ¿dónde está el límite de la manipulación?, ¿hasta donde los periodistas «profesionales» dejan de serlo para convertirse en simples mandados, que tienen que transmitir las ideas de otros dejando a un lado la rigurosidad?.  En este punto, entiendo, existe una confrontación. Supongo que los periodistas quieren dar informaciones veraces, reales, rigurosas y objetivas y, no son conscientes hasta que punto cambia la noticia desde que sucede, hasta que llega al receptor.

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Manipulación de los medios a las masas

Realmente los intereses tanto políticos como económicos calan no sólo en los medios, sino que, indirectamente, en la sociedad. No somos conscientes de la tarea que tenemos ya que, la información es algo que influye en la vida de las personas, es un derecho que todos tenemos.

Actualmente, el periodismo y los medios de comunicación de masas constituyen la opinión pública. Por lo tanto, si los primeros están influenciados, la masa también lo estará. Como espectadores no nos podemos conformar con lo que nos cuentan. Debemos investigar sobre el tema y evitar la opinión mediática. Hablando en primera persona, tenemos la libertad de expresión para decir lo que queremos como periodistas, y el derecho a pensar como espectadores. Quiero decir, no hay por qué decir lo que quieren que digamos, ni mucho menos, nos tienen que decir lo que tenemos que pensar.

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